PAGINA 3

        Y así como la vereda se confundía con la calle, también los vecinos de varias cuadras parecían los miembros de una sola familia, gracias a nuestro mágico compañero que muchas veces fue digestivo y colagogo, y tantas otras, sólo “plato único” de la cena. Y no puedo evitar a estas incipientes alturas el aluvión de recuerdos vinculados al mate, y si el lector piensa que personalizo demasiado la cosa, le digo que lo hago casi como una introducción a todo lo que encontrará luego; estoy seguro que él, compartiendo estos recuerdos, tendrá más claros los cómo y los por qué de cuanto contienen estas páginas.

        Mas de una vez, en mi juventud, me acorraló la necesidad de algún dinero extra y solo podía proveérmelo de la única manera que mi padre me lo enseñó: trabajando más. Así aprendí a inventarle horas al día, así mi amigo Aldo Ferro me daba un turno extra a la noche en la carpintería como ayudante. Mi tarea primera consistía en remover el rescoldo donde se hacia la cola a constante baño maría para disponer la pava e inmediatamente preparar el mate que estaría en circulación hasta las dos de la madrugada hora en que concluíamos nuestras labores, de modo que, encolando alguna estantería, armando una cuna o lijando una puerta, el mate nos acompañaba. Así recuerdo tal y como si lo viera a ese mate que únicamente tenia descanso desde las dos hasta las ocho de la mañana, cuando nuevamente se recomponía en su contenido y seguía circulando, negro y brilloso “como lápiz de carnicero” al decir de mis paisanos, manchado, a demás con el barniz y la “cola de pescado”, la boca ladeada de tanto desgaste provocado por la bombilla.  Mate compañero anónimo de trabajo santo, en la tarea y en la pausa. Vislumbro a mi amigo haciendo un alto y dando una lenta “chupada”, mientras que con un ojo cerrado controla el perfecto alineado de una baranda de fragante pinotea, en un domestico control de calidad, efectivo y confiable.

        ¡Y que decir de los mates en Achiras… conmovedores recuerdos de momentos maravillosos! Pero como el lector no tiene la obligación de conocer Achiras, le contare de que se trata. Achiras es un lugar de recreo pegado a un pueblo y un río del mismo nombre, en la cercanía de Río IV y de las “Sierras de la costa” (Sierra de los Comechingones). Así se llama el lugar por que en el abundan las Achiras, planta de colores restallantes que iluminan de manera increíble el lugar.

        El río manso y transparente es poco profundo a la altura de ese pueblo enclavado en el borde de la serranía Cordobesa. Muchas veces se me ocurrió pensar que ese río al saberse amado y disfrutado por los lugareños y turistas, parece detenerse en el lugar y es reverenciado por los pinos de sus orillas y acariciado por los sauces con sus largas ramas que van formando interminables estelas. Por supuesto, semejante lugar, cercano a mi pueblo, no podía dejar de ser constantemente aprovechado por mis amigos y yo, especialmente los fines de semana, temperamento compartido por gran cantidad de contemporáneos. Casi como un ritual lo primero en concretarse era un fuego sobre las rocas y las primeras brasas se utilizaban para calentar el agua para matear. Y como para ser perfecta cada una de esas inolvidables veladas,  con los hermanos Mediot, Cheno y Mario, acordeón uno y bandoneón el otro, bailábamos sobre las piedras y agujas de pino. El cielo parecía mas lejos de tan transparente (¿o tal vez, estábamos en él?) así llegábamos hasta la madrugada y había que descansar para, así, poder repetir al día siguiente la misma “tarea”. Entonces los fuelles de los Mediot suspiraban aliviados, la guitarra se colgaba de una rama, alguien cenaba por segunda vez un trozo de chivito recalentado. Pero siempre quedaba alguno que reavivaba una brasa tan trasnochada como nosotros, calentaba agua y agotábamos la cebadura última. A veces de la sombra emergía una pareja anónima y pedía un mate, ellos no lo confesaban pero sabíamos que era para sellar una promesa formulada hacía pocos minutos…


                                                                                                    ANTERIOR - SIGUIENTE




Todas las imágenes y contenidos de este sitio son propiedad exclusiva de Francisco N. Scutellá

Ultima Actualización:25-Ago-2008

      WWW.NBPC.COM.AR