MI PROPIA HISTORIA
Todo hombre, espontánea y naturalmente, ama a su patria. Yo también, por supuesto. Pero de mí debo decir que, además, soy sentidamente argentino.
Y este intenso sentimiento nacional me une frecuentemente a nuestra tradición, a nuestras costumbres. A nuestra simbología y a nuestros rasgos distintivos de argentinos.
Tengo, al momento de escribir estas páginas cuarenta y ocho años. Nací en Coronel Moldes, un pueblo que alguna vez fue el Fortín El Durazno (éste estaba emplazado frente a la Laguna de los Mauricio. Formando triángulo se estableció el cementerio y el pueblo; actualmente el camposanto se ubica a 1,5 Km. al Oeste), y que, a su vez, también surgía en la llanura cordobesa. Relato esto por que mi infancia, mi adolescencia y aun una etapa de mi juventud transcurrieron allí, en ese entorno de naturaleza primaria, de seres simples viviendo una realidad cotidiana integrada por elementos mínimos.
Así frecuenté el monte , vi amaneceres proyectando luz sobre los pastos húmedos. Vi como la tierra negra paría blancas gaviotas de surcos sin fin; vi a las liebres jugando a una increíble ronda, perfecta, alucinante, en umbríos atardeceres. Caminé tras la huella de la hacienda casi chúcara , fui pastor bajo un cielo posado sobre árboles: imágenes todas estas que integran un capital imborrable depositado en mi alma, imágenes recogidas en días de boyero que finalizaban en la matera .
Todos los sonidos que anunciaron mi infancia también fueron así de puros, el clima sosegado, voces claras casi siempre lejanas. Algún mugido distante; canto de pájaros; el viento silbando entre los pinos, los eucaliptos y las casuarinas. Y el guadal infinito corporizando al viento. Cómo olvidar, también, el golpeteo de los cascos del nochero , esperando el lucero , y a los tucu y mamoas (variedades ambas de luciérnagas). Los noques pendiendo de una rama y los sustos que me daban los atajacaminos .
Todo esto, más las leyendas, los sueños, las memorias de fortines, mi madre india… el trato con ásperos paisanos callados e infinitas rondas de mates, cuentos y guitarra modelaron mi alma; me penetraron de nacionalidad. Es por esto que al comienzo dejé claro que soy profundamente argentino.
Y es aquí donde toda esta historia personal se entronca con el mate. Porque él me acompañó entonces, después y siempre.
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