UNA “ESPECIE DE PRÓLOGO” A CARGO DEL AUTOR


          
          A
ntes de delinear esto que, en realidad, es el comienzo del libro, me pregunté cómo había llegado a escribir todo lo que a partir de ahora el lector encontrará sobre mates, yerbas, historias y anécdotas. Debo reconocer que, como muchas obras que el ser humano concreta en su vida, ésta también comenzó con curiosidades simples, domésticas, pero con el transcurso del tiempo fueron transformándose en algo parecido a una obsesión. También esto tuvo un principio.  Y no hay nada mejor que comenzar las cosas por ese lugar si es que quiero hacerme entender.

          Yo soy empresario y tengo, como es natural, oficinas.  Éstas ocupan la totalidad de un antiguo edificio de Buenos Aires.  Como tantos, un día decidí decorar mi despacho con armas de colección… ¡Éste es el verdadero comienzo de esta historia! El caso es que, con motivo de esta gran colección, asiduamente era visitado por personal – a veces uniformado- que efectuaba los controles de rigor.  Pero estas fiscalizaciones llegaron a ser tan frecuentes e intempestivas que hasta interrumpían y arruinaban tareas, tratos y reuniones con clientes o asesores. Por supuesto debía remediar la situación y así lo hice: quité hasta la última arma de las paredes, las vendí a todas y –debo reconocerlo- con gran dolor volví a mi despacho para ver los altos muros pelados, que únicamente mostraban cabezas de clavos como mudos y aburridos testimonios de lo que alguna vez había sido y ahora era, únicamente, un estático recuerdo.  Pensando “qué podía poner” en ese lugar tan inmensamente desolado, recordé otra querida pasión de mi vida y que también tenía forma de colección: varios mates antiguos y otros que no lo eran tanto.

          Por supuesto, desde aquel momento hasta hoy, mi colección –por definirla de alguna manera “técnica”, en realidad yo la llamo “mates amontonados”- se ha multiplicado a si varias veces.  Pero ése es otro tema.  Aquí comienza otra historia…

          En los ratos de ocio miraba a mis viejos mates con curiosidad. Y aquí recuerdo algo que puede servir para incluirlo en el diccionario de lo insólito.  En cierta oportunidad estaba observando a uno de mis mates cunado llegó un amigo que conocía mi •ex” colección de armas y entonces me preguntó porqué no la tenía más y, en cambio, ahora tenía mates. Le conté todo y me respondió:”¡Bueno, pero en un mate también podes esconder una granada!”.  Tenía razón, y luego verán por qué, pero mi desaliento sólo duró unos segundos.  Yo seguí con mi tema que es el mate.

          No por casualidad había conformado mi pequeña colección; soy matero consuetudinario y la cosa me gustó.  Un día, no recuerdo cuándo ni viene al caso, alguien me envió una revista o recorte que hablaba sobre el mate, su historia, etcétera.

          Otra vez encontré una de las leyendas de la yerba mate, hasta que me descubrí e mí mismo buscando más información sobre el mate.

          Trataba de conseguir afanosamente cuando se publicara no importaba dónde; es así que actualmente tengo recortes de diarios y revistas de todo el país, especialmente de Entre Ríos y Córdoba donde reside mi hermano Ángel, quien me aportó datos publicados en diversos diarios  de la provincia, y también de toda época. Pero aun todo eso fue- o era- insuficiente. Mis conocimientos presentaban grandes baches. Recurrí a los libros: diccionarios de folklore argentino y americano de botánica y estudios parciales sobre la cuestión, hasta que cerré el círculo cuando hable con algunos museólogos criollos y acriollados materos y conocedores de costumbristas. Todo esto me llevó a una primera conclusión: cada trabajo publicado adolecía de algo. El que trataba una cosa, desconocía o mencionaba a medias otras. Me di cuenta de que había reunido material, conocimientos y pruebas –si se me permite la expresión- hasta ahora desconocidos.
Y no darlas a conocer no me parece de buen criollo.





Todas las imágenes y contenidos de este sitio son propiedad exclusiva de Francisco N. Scutellá

Ultima Actualización: 25-Ago-2008

WWW.NBPC.COM.AR